Me siento abrumada. Ha llegado la hora de
reconocerlo.
Parece que mi trabajo no es otro que el de
generar imágenes. Como otros redactan informes, conceden préstamos, venden
zapatos, operan a pacientes o sirven mesas, yo me dedico a redactar, conceder,
vender, operar y servir imágenes, a veces objetos también y porque no, ideas,
pero al final, quedan resumidas la mayor parte de las veces en una imagen.
Pero me siento saturada. Es necesaria una ruptura.
Ha llegado el momento de terminar con la “imagen de usar y tirar” , con el
“consumismo visual”, con la “bulimia icónica”. Es necesario abogar por una
“ecología de la imagen”, responsabilizarnos, producir de una forma sostenible.
Yo necesito menos imágenes, necesito imágenes que se queden, necesito, tal
vez, una sola.
Sin
pretensiones, sin intención de que sea mejor que las demás o que las de los
demás, sin que sea escalofriante, ni la más bella, sin que sea reveladora ni
impactante, tan sólo una imagen que permanezca. Una imagen sedentaria,
cimentada, única. Una imagen que signifique en su justa medida.
Desde hoy y durante 1000 días no voy a seguir difundiendo imágenes en esta
página web, me niego a hacerlo y voy a convertirme en una desertora. Quiero
abandonar la esclavitud de la actualización y ofreceros solo una única imagen
tan sólida como un edificio, una imagen que sobreviva, una imagen a la que
regresar.
Esta pausa, este viaje en el tiempo, esta desactualización, es
absolutamente premeditada, voluntaria y deliberada, y la reivindico como un
acto artístico en si mismo.
Este inmovilismo no significa que vaya a dejar de producir o trabajar
durante este periodo de tiempo, esta es mi forma de vida y seria incapaz de
dejar de hacer aquello que amo.
Es una huelga simbólica, un acto de rebeldía, porque ,no se si hace falta
decirlo, pero hay tantas imágenes que ya prácticamente no tienen valor, tantas
que son demasiadas, que pierden su fuerza, su significado, tantas que no se
dejan respirar, ahogándolo todo, absolutamente todo.
Y ahora mi “inspiración” me ha pedido permanecer casi callada, me ha pedido
pronunciar tan solo una palabra, me pide un descanso para la mirada, un espacio
casi en blanco, me pide una cantidad muy pequeña, ínfima, me pide hacer algo
que diga tanto como el silencio y eso es lo que estoy dispuesta a ofrecer.
Madrid, veinticuatro de mayo de dos mil doce.
Iraida Lombardía
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