martes, 25 de septiembre de 2012

Iraida Lombardía

Me siento abrumada. Ha llegado la hora de reconocerlo.
Parece que mi trabajo no es otro que el de generar imágenes. Como otros redactan informes, conceden préstamos, venden zapatos, operan a pacientes o sirven mesas, yo me dedico a redactar, conceder, vender, operar y servir imágenes, a veces objetos también y porque no, ideas, pero al final, quedan resumidas la mayor parte de las veces en una imagen.
Pero me siento saturada. Es necesaria una ruptura.
Ha llegado el momento de terminar con la “imagen de usar y tirar” , con el “consumismo visual”, con la “bulimia icónica”. Es necesario abogar por una “ecología de la imagen”, responsabilizarnos, producir de una forma sostenible.
Yo necesito menos imágenes, necesito imágenes que se queden, necesito, tal vez, una sola. 
Sin pretensiones, sin intención de que sea mejor que las demás o que las de los demás, sin que sea escalofriante, ni la más bella, sin que sea reveladora ni impactante, tan sólo una imagen que permanezca. Una imagen sedentaria, cimentada, única. Una imagen que signifique en su justa medida.

Desde hoy y durante 1000 días no voy a seguir difundiendo imágenes en esta página web, me niego a hacerlo y voy a convertirme en una desertora. Quiero abandonar la esclavitud de la actualización y ofreceros solo una única imagen tan sólida como un edificio, una imagen que sobreviva, una imagen a la que regresar.
Esta pausa, este viaje en el tiempo, esta desactualización, es absolutamente premeditada, voluntaria y deliberada, y la reivindico como un acto artístico en si mismo.
Este inmovilismo no significa que vaya a dejar de producir o trabajar durante este periodo de tiempo, esta es mi forma de vida y seria incapaz de dejar de hacer aquello que amo.
Es una huelga simbólica, un acto de rebeldía, porque ,no se si hace falta decirlo, pero hay tantas imágenes que ya prácticamente no tienen valor, tantas que son demasiadas, que pierden su fuerza, su significado, tantas que no se dejan respirar, ahogándolo todo, absolutamente todo.
Y ahora mi “inspiración” me ha pedido permanecer casi callada, me ha pedido pronunciar tan solo una palabra, me pide un descanso para la mirada, un espacio casi en blanco, me pide una cantidad muy pequeña, ínfima, me pide hacer algo que diga tanto como el silencio y eso es lo que estoy dispuesta a ofrecer.
Madrid, veinticuatro de mayo de dos mil doce.
Iraida Lombardía

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